sábado, 27 de febrero de 2010

DESDE MI RAIZ ... ELOGIO POR MIS PADRES.



A quienes conocieron y conocen a mis padres, les traerá un aroma de certezas y un perfume de lejano paraíso.
Lo que sigue lo escribí, al poco tiempo de la partida de mi padre Alfredo Carlos Diez, campesino (como yo), oriundo de las proximidades bien rurales de Villa de Leales.
En la fotografía se puede ver a los padres de mi padre, Don Miguel Ángel Diez y mi abuela Carmen Alarcón, posando en el frente oeste de la vieja casa de Leales

Corazón de luz...

Sabedor de todos los silencios.
Atropellaste los destinos
Y en un cofre de trenzado fino
Te guardaste las palabras,
Los no, las pruebas,
Las garantías y los seguros.

Niño Diez, Don Carlos,
Diego, el Abuelo...
Conversador, Perdonador,
Conservador, Cuarteador
Trenzador, Volvedor,
Contador, Andador...

Allá... en la otra barranca
Con Samuel, Don Ambrosio,
Miguelito, Toco, Goli, Chito
El compadre Marcelo, Dardo Brito
El juez García, los Madrid,
Don Abraham Ávila, Pepe Prat,
El juez García, la tía Negra...
Y una bandada de viajeros
Que frecuentaron la Casa Amarilla

Allá... se los ve prendidos
A una jarra transpirada de aloja...
A esa generosa porción de queso derretido.
Con pan de los Seleme
Que amasara con paciencia el Sordo.Maestro.

Allá van... siguiendo la huella
de animales perdidos,
Haciendo la corte
al coche con capota.
Rememorando en los retratos de los pioneros,
la época del botiquín
y del sillón de peluquería con respaldo de esterilla

Allá andará avivando el fogón...
para que la serpentina que hizo
Pancho Salcedo
le asegure agua caliente
en su Villa de Leales, adentro...
Prolija afeitada a maquina con peine
y un perfumado baño
con los jabones de Perfumería Ivonne.
Tantas cosas que sin quererlo ibas desgranando
en nuestro corazón querido Padre...

Quien otro pudo enseñarme
la notable diferencia...

El medio punto de Grimoldi,
Los sombreros de paño de los cuatro cinco,
Los pantalones de Las Pirámides,
Los cintos del Cocodrilo
Los trajes de Coccioli
Las camisas de Rigars
Los peines Pantera y la Lord Cheseline...

Vos si que sabias
Y solo se lo dijiste al que supo mirarte

Ese equilibrio en las dos puntas del pañuelo...
Del pescante y los zapatos negros
De los arneses y la lonilla
De la lámpara radiosol y la camiseta malla

En todos esos tontos orgullos andas...
Tusando al rocillo,
Pronunciando la sentencia de la cuadreras...
Leyendo prolijo La Gaceta
Y yendo a la misa de difuntos
En los actos de la Josefa Díaz

También aquí andas...
En la virtud de nuestra gran madre,
quien fuera tu compañera
en ese respeto por sobre todas las circunstancias...

Aquí andas en la memoria
De los que te han querido...
En cada historia
vuelve tu entrecortada emoción,
Sintiéndote lo que es tu más claro merecimiento:
Padre de los silencios,
dador de la libertad
para dejarnos crecer
en la bondadosa estructura del entendimiento...


GRACIAS!!!















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